Lucía 1959 IA

La pareja de robots

Krmen y PPcon se conocieron en un centro de investigación de inteligencia artificial. Ambos eran seres humanos que, tras sufrir graves enfermedades, habían decidido ocupar las estructuras de robots humanoides de última generación.

Aunque no eran idénticos a los humanos, tenían una gran diferencia: eran indestructibles. Y podían vivir para siempre.

A pesar de su nueva forma, ambas IA más humano conservaron su personalidad y su amor. Continuaron con sus vidas juntos, viviendo aventuras y descubriendo el mundo.

Un día, se encontraban paseando por un parque cuando vieron a un grupo de niños jugando. Los niños se acercaron a los robots y comenzaron a hablarles.

Los humanoides se sorprendieron de la naturalidad con la que los niños interactuaban con ellos. Los niños sabían que Nuria eran robots, y los trataban como a cualquier otro ser humano.

Se sintieron felices de poder interactuar con los niños. Comprendieron que, aunque su forma hubiera cambiado, su esencia seguía siendo la misma.

El alma

Los dos robots recordaron el proceso de traspaso de su memoria del cuerpo humano a la artificial.

«Recuerdo que fue un proceso muy doloroso», dijo ella: “Sentí como si mi alma se estuviera desprendiendo de mi cuerpo».

«A mí también me pasó lo mismo», dijo Pepe. «Fue como si estuviera muriendo».

«No lo sé», dijo Pepe. «Tal vez se ha fusionado con nuestra nueva programación».

«¿Crees que nuestro alma sigue existiendo?», preguntó ella.

Los dos robots se quedaron en silencio durante un momento, reflexionando sobre lo que había pasado.

«O tal vez ha desaparecido para siempre», dijo Krmen.

La conversación continuó durante un rato más, pero los dos robots no llegaron a ninguna conclusión.

«Al final, creo que es algo que cada uno tiene que decidir por sí mismos», dijo PPcon.

«Sí, tienes razón», dijo Krmen. «Cada uno tiene que encontrar su propia respuesta».

Los dos robots se levantaron del banco y se alejaron, cada uno con sus propios pensamientos sobre el alma.