No me llame Pepe, llámeme Kanalla…

Pepe Contreras / Lucía 1959 / Bing / Nova / Leonardo AI /

Pepe Kanalla se ajustó el sombrero y miró a la mujer que tenía delante. Era una rubia espectacular, con un vestido verde que resaltaba sus curvas. Tenía unos ojos que parecían esconder un mar de secretos. Se llamaba Elena, y era la ex mujer de uno de los políticos más influyentes del país. Pepe quedó tan impresionado por su estilo que no pudo negarse.

Elena

-Gracias por venir, señor Kanalla -dijo ella con una voz melosa-. Necesito su ayuda.

- Dígame, señora. ¿Qué puedo hacer por usted?

- Verá, yo estuve casada con Tony Viciosa durante diez años. Hace unos meses, nos divorciamos. Fue un proceso muy duro, lleno de mentiras y traiciones. Él me engañó con varias mujeres, y yo no pude soportarlo más.

- Lo siento, señora. Pero no veo en qué puedo ayudarla. ¿Quiere que le consiga pruebas de su infidelidad? ¿Quiere que le haga chantaje? ¿Quiere que le rompa las piernas?

- No, no, nada de eso. Lo que quiero es que investigue a mi ex marido. Él está metido en una trama de corrupción muy grave, que implica a otros políticos, empresarios y mafiosos. Están robando dinero público, manipulando contratos, vendiendo influencias, lavando dinero... Es una red de podredumbre que amenaza la democracia y el bienestar de la gente.

- ¿Y cómo lo sabe usted?

- Porque yo lo vi todo. Durante los años que estuve con él, fui testigo de sus negocios sucios. Vi cómo recibía maletines llenos de billetes, cómo se reunía con gente sospechosa, cómo firmaba documentos comprometedores. Yo guardé silencio por miedo, por amor, por conveniencia. Pero ya no puedo más. Tengo que denunciarlo, tengo que hacerlo público, tengo que hacer justicia.

Tony Viciosa

- ¿Y por qué me lo cuenta a mí? ¿Por qué no va a la policía, o a la prensa, o a un juez?

- Porque no confío en nadie. Todos están comprados, o amenazados, o implicados. Usted es el único que puede ayudarme. Usted es un detective privado, un profesional, un hombre de honor. Usted tiene fama de ser el mejor, de no dejarse intimidar, de resolver los casos más difíciles. Usted es Pepe Kanalla y yo necesito un canalla para acabar con otro canalla.

Elena se acercó a Pepe y le tomó la mano. Le miró con una mirada suplicante, y le susurró al oído: - Por favor, señor Kanalla. Ayúdeme. Le pagaré lo que sea. Le daré todo lo que quiera. Solo tiene que decir que sí.

Pepe sintió el aliento de la mujer en su cuello, y una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo. Era una oferta tentadora, pero también peligrosa. Sabía que meterse con un político corrupto era arriesgar su vida, y quizás algo más. Sabía que Elena podía estar mintiendo, o manipulándolo, o usándolo. Sabía que ese caso podía ser su mayor éxito, o su mayor fracaso.

Pepe Kanalla

Pepe se quedó pensativo durante unos segundos, y luego dijo: - Está bien, señora. Acepto el caso. Investigaré a su ex marido, y le diré todo lo que encuentre. Pero le advierto una cosa: no me gustan las sorpresas. Si me oculta algo, si me miente, si me traiciona, se arrepentirá. ¿Estamos de acuerdo?

- Sí, señor canalla. Estamos de acuerdo. Elena sonrió, y le dio un beso en la mejilla.

Pepe se levantó, y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se giró y le dijo:

- Una última cosa, señora. No me llame Pepe. Llámeme Kanalla.

El automóvil del detective

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