Los casos de Pepe Kanalla: justicia divina, el político Tony Viciosa, condenado a cinco años de prisión

(QUINTO CAPÍTULO, y último)

Pepe Contreras / Lucía 1959 / Nova / Bard

Esta noche es especial, llega la justicia divina para Tony Viciosa. Todo iba a cambiar justo en el primer club de alterne donde su vida tomó un nuevo rumbo de sombras y ejercicio impune del poder. La clave del desenlace la tenía muy cerca.

Las luces tenues del club parpadean reflejando sombras que danzan en rincones oscuros, mientras la música flota, cargada de promesas estériles. Pepe Kanalla, con su instinto afilado como navaja de barbero, observa detenidamente el juego de miradas entre los agentes de la Guardia Civil y los parroquianos habituales. Todos buscan algo; la justicia, la redención, o en el caso de nuestro detective, la verdad.

El político corrupto, el señor X, Tony Viciosa, se encuentra en una sala privada, ajeno a la red que se cierra a su alrededor. Kanalla, siempre un paso adelante, ya tiene preparada su jugada maestra. Durante semanas, ha recopilado pruebas incriminatorias, aprovechando sus contactos en los bajos fondos y su peculiar código de honor.

Los agentes, dirigidos por el inspector Fontádez García, y el sargento Martínez, tienen órdenes claras: capturar esa noche al político. No hay periodistas. Pero cuando Viciosa y Kanalla cruzan sus miradas, hay un reconocimiento tácito: ambos saben que las leyes a veces se quedan cortas, que la justicia necesita de los que se atreven a desdibujar sus propios límites.

Pepe Kanalla junto a uno de sus Mercedes clásicos. Leonardo AI

Con un gesto casi imperceptible, Pepe da la señal. Su ayudante, disfrazado de barman, entrega al sargento una bebida con un pendrive oculto en la guarnición. Es todo lo que necesitan. Las pruebas de Kanalla van más allá de lo que cualquier operación burocrática podría compilar. Son pruebas de pata negra, ciertas como el sol que despunta ya en el horizonte. El aire huele a tierra mojada, ha llovido esa madrugada.

El clímax llega cuando Viciosa intenta huir, encontrándose con la puerta bloqueada por la imponente figura de Pepe Kanalla. No se conocían… El político balbucea, intentando negociar su salida, pero Pepe solo ofrece una sonrisa cínica. «La cárcel es demasiado cómoda para gente como tú», murmura.

Los agentes entran en tromba y se llevan al señor X, que ya sabe que su final está sellado por las manos de un detective que no es ajeno a la corrupción, sino que ha decidido combatirla desde la sombra.

Mientras el político es introducido en el coche patrulla, Kanalla se aleja, perdiéndose en la oscuridad de la carretera andaluza. No busca el aplauso, pues sabe que su lucha es solitaria y constante. Y en el fondo, eso es lo que lo define; no es un héroe, ni un villano, es Pepe Kanalla, y su camino continúa más allá del amanecer. Con Spotify

Al final la justicia prevalece, pero mediante métodos que bordean los límites de la legalidad, característicos del modus operandi de Pepe Kanalla. El político termina enfrentando las consecuencias de sus actos, guiado no sólo por la ley, sino también por la astucia de nuestro detective.

Pepe no podrá olvidar nunca esos momentos, de orgullo profesional y honor, ese valor que cotiza tan a la baja en España. Pepe no habla nunca de política..

Pepe Kanalla se quedó de piedra cuando vio a los agentes de la Guardia Civil entrar en el club de alterne. Llevaba semanas siguiéndole la pista a un político corrupto, y sabía que los agentes también estaban tras sus pasos. Pero no esperaba encontrarse con ellos allí, en medio de la noche, en un lugar tan poco probable.

Los agentes se acercaron a Pepe y le mostraron sus identificaciones.

  • ¿Qué hacéis aquí? – preguntó Pepe, confundido.
  • Estamos buscando al señor Viciosa – respondió el agente al mando.
  • ¿Viciosa? – repitió Pepe. – ¿A qué señor Viciosa?
  • Al político corrupto – dijo el agente.

Pepe se quedó callado un momento, pensando. Luego, asintió.

  • Sí, yo también lo estoy buscando – dijo.

Los agentes intercambiaron una mirada.

  • ¿Y qué sabes tú de él? – preguntó el agente al mando.

Pepe les contó todo lo que sabía. Les habló de los negocios ilegales en los que estaba involucrado el político, de los sobornos que había recibido, de los desvíos de fondos públicos. Los agentes escucharon atentamente, sin interrumpir.

Cuando Pepe terminó, los agentes se miraron de nuevo.

  • Gracias por la información – dijo el agente al mando.
  • ¿Qué vais a hacer ahora? – preguntó Pepe.
  • Vamos a arrestarlo – dijo el agente.
Tony Viciosa

Pepe sonrió.

  • Por fin – dijo.

Los agentes se marcharon, dejando a Pepe solo en el club de alterne. Pepe se quedó allí un rato, pensando en lo que acababa de pasar. Había conseguido su objetivo. El político corrupto iba a ser arrestado.

Pepe salió del club y se dirigió a su coche. Mientras conducía, se sintió satisfecho. Había hecho su trabajo. Había ayudado a la justicia a atrapar a un corrupto. Aquella noche, Blas, su fiel conductor, testigo directo pero no cómplice, respiró aliviado. Blas se sentía cansado, incómodo y siempre sorprendido por la peor cara de la política.

El encuentro con la jueza

Cuando Pepe salió del club de alterne, se dio cuenta de que había alguien que permanecía en el interior del automóvil de la Guardia Civil, un vehículo camuflado. Inmediatamente se acercó al coche y su sorpresa fue mayúscula cuando vio que allí estaba Victoria, de cuero negro y ojos radiantes al ver a Pepe. No hay duda de que esa noche era más que especial.

  • ¿Victoria? – preguntó Pepe, sorprendido.
  • Hola, Pepe – dijo Victoria, con una leve sonrisa.
  • ¿Qué haces aquí? – preguntó Pepe.
  • Estoy aquí con los agentes de la Guardia Civil – dijo Victoria.
  • ¿Por qué? – preguntó Pepe.
  • Porque estamos investigando el caso del político corrupto – dijo Victoria.
  • ¿Y qué quieres de mi? – preguntó Pepe.
  • Quiero que me ayudes – dijo Victoria.
  • ¿A qué? – preguntó Pepe.
  • Quiero que me ayudes a conseguir una sentencia condenatoria contra él – dijo Victoria.

Pepe se quedó pensando un momento.

  • De acuerdo – dijo finalmente. – Te ayudaré.

Victoria sonrió.

  • Gracias, Pepe – dijo.

Pepe y Victoria hablaron durante un rato más. Pepe le contó a Victoria todo lo que sabía sobre el caso. Victoria escuchó atentamente, tomando notas.

Cuando terminaron de hablar, Victoria se despidió de Pepe.

  • Nos vemos pronto – dijo Victoria.
  • Sí, nos vemos pronto – dijo Pepe.

Pepe se subió a su coche, y Siri, su compañera en tantas noches, programó su música favorita, y se marchó. Mientras conducía, se sentía contento. Tenía la oportunidad de ayudar a la justicia a castigar a un corrupto. Y, además, tenía la oportunidad de volver a ver a Victoria.

El final

Viciosa fue condenado a una pena de prisión de cinco años. La sentencia fue posible gracias a la colaboración de Pepe Kanalla y Victoria, la jueza.

Pepe y Victoria continuaron su relación profesional. Trabajaron juntos en varios casos, y su admiración mutua se convirtió en una amistad profunda.

Pepe siguió trabajando como detective, y su reputación como uno de los mejores investigadores de España se consolidó.

Victoria siguió ejerciendo como jueza, y su carrera judicial fue brillante.

Cuando Pepe se subió a su coche, Victoria se acercó a él.

  • Pepe, tengo que hablar contigo – dijo Victoria.
  • De acuerdo – dijo Pepe.
  • Sé que esto puede ser difícil para ti – Pero quiero que sepas pase lo que pase…

Pepe se quedó callado un momento. Luego, asintió.

  • Gracias, Victoria – dijo.
  • No tienes nada que agradecer

Pepe Kanalla sonríe sutilmente, sabiendo que los finales son solo nuevos comienzos disfrazados. Enciende un cigarrillo, deja que el humo flote hacia el cielo intensamente azul y camina hacia su destino desconocido. Y no, no se quitará la K de Kanalla.


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