Pepe Contreras
Ellas son la fuerza y el coraje de 80.000 vecinos de pequeños pueblos de las comarcas de Los Pedroches y El Guadiato, en la sierra norte de la provincia de Córdoba, quienes desde hace ya más de diez meses tienen la prohibición de beber y cocinar con el agua que sale de sus grifos por no ser apta para el consumo y que les ha obligado a abastecerse con garrafas y el agua de camiones cisterna. Al margen de estos 24 municipios de las comarcas del Valle de los Pedroches y el Alto Guadiato también sufren breves restricciones los municipios de Montilla, Lucena y Priego de Córdoba.
Inexplicablemente según un portavoz de la plataforma, la junta de Andalucía ha dado la espalda a esta situación que tiene arreglo, aunque no inmediato no así el gobierno central, ya que el secretario de Estado de medio ambiente ha intentado mediar y se ha reunido con todas las partes implicadas, salvo con la junta que no ha asistido a esos encuentros.
Andalucía padece una crisis hídrica profunda. Entramos, si no se presenta
una primavera extraordinariamente lluviosa, en el sexto año consecutivo de
sequía, acompañada de temperaturas muy elevadas y un derrumbe del
volumen de las aportaciones a la red fluvial y a los acuíferos. Cada vez es más
evidente que los efectos del cambio climático, reiteradamente anunciados
por la comunidad científica, están ya haciéndose presentes. No se trata sólo de
problemas de cantidad, sino también de deterioro de la calidad del agua, que
conlleva impactos negativos no sólo para los ecosistemas acuáticos y la
biodiversidad, sino también para los usos humanos del agua.
Estos problemas se superponen a un fenómeno previo y crónico: el
sobredimensionamiento de la demanda total de agua respecto de los
recursos disponibles, es decir, la extracción cada año de mayor volumen de
agua de la que de manera natural se renueva, combinando los años secos y
húmedos, que los grandes embalses hiperanuales y los acuíferos subterráneos
permiten regular. Son estos últimos los que están amortiguando y ocultando,
acosta de su esquilmación, la gravedad de la sobreexplotación y la crisis
hídrica.
Esta crisis ocasiona que muchos municipios rurales tengan que abandonar
sus tradicionales fuentes de suministro (pozos y manantiales) y demanden
conectarse a sistemas supramunicipales dependientes de aguas superficiales
embalsadas. Es preocupante el aumento de los acuíferos sobreexplotados y
contaminados, que los organismos de cuenca deberían declarar en riesgo
cuantitativo y químico, para poner en marcha, con la participación de los
usuarios, las medidas que permitan conseguir su buen estado.
(*Mesa social del agua)
Aquí están los cuatro episodios de PANORAMA y un quinto con todos los pequeños documentales realizados por estas dos ciudadanas ejemplares y os recomiendo especialmente escuchar la comparación de las aguas, que hace una profesora autora del último vídeo. Y la tertulia…
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