El proceso de los deseos ocultos
Un relato de ficción, o no, de Pepe Contreras / Grok
Jerez de la Frontera, 2024
El sol de la tarde caía sobre Jerez, tiñendo de dorado las calles estrechas y las fachadas encaladas. En una oficina pequeña, ubicada en un edificio que parecía haber sido olvidado por el tiempo, un hombre de sombrero fedora se sentaba detrás de un escritorio de madera gastada.

Sobre el escritorio, una pila de documentos y fotos, y al lado, un vaso medio lleno de un vino tinto local. Este era Pepe Kanalla, un detective privado que, a pesar de su apariencia de otra época, estaba a punto de sumergirse en un caso que mezclaba la tradición de Jerez con los vicios modernos.
Pepe había sido contratado por un grupo de ciudadanos preocupados, quienes sospechaban de irregularidades en el reciente concurso para la selección de empleados fijos en el ayuntamiento. Con casi 400 aspirantes buscando un empleo estable en una ciudad donde el paro era una sombra constante, el proceso había levantado más que unas pocas cejas.
La primera pista llegó en forma de un sobre anónimo con fotos comprometedoras. En ellas, se veía a varios miembros del comité de selección en situaciones que, a primera vista, parecían inocentes, pero Pepe sabía que las apariencias podían ser engañosas.
La oficina de Pepe
Pepe revisaba las fotos, sus ojos entrecerrados, el humo de su cigarro subiendo en espirales hacia el techo. Su mente trabajaba, recordando los rostros, cruzando referencias con los nombres de los candidatos en el proceso de selección,. Su teléfono sonó, rompiendo el silencio.
«Kanalla,» contestó, su voz un ronco murmullo.
«Pepe, soy María, de la Oficina de Empleo. ¿Has visto las noticias?»
«No, ¿qué pasó?»
«Han anunciado los ganadores del concurso. Pero… no es lo que esperábamos.»
Pepe colgó tras una breve conversación, su mente ya hilando una red de sospechas.
En la calle
Pepe decidió hacer lo que mejor sabía: seguirle el rastro a la verdad. Caminó por las calles de Jerez, sus botas resonando contra los adoquines. Se detuvo frente a una de las bodegas más antiguas, donde sabía que, en un tabanco, se reunían muchos de los jueces del concurso. Era hora de verificar sus sospechas.
Entró, el aroma del vino viejo y el murmullo de las conversaciones le dieron la bienvenida. Reconoció a algunos de los rostros de las fotos. Se acercó a la barra, pidió un vino y esperó. Observó, escuchó. Las palabras se filtraban como el vino en un decantador, purificándose de secretos.
La noche avanzaba y las lenguas se soltaban. Pepe captó fragmentos de conversaciones que hablaban de «favores hechos», de «candidatos que valían la pena», y de «premios especiales».
Ella
Al salir, Pepe se encontró con una escena que no esperaba. Una joven, una de las aspirantes, lloraba en un rincón oscuro cerca de la entrada. Se acercó con cuidado.
«Señorita, ¿se encuentra bien?» preguntó, su tono suavizándose.
Entre sollozos, la joven, cuyo nombre era Ana, contó su historia. Había pasado la primera ronda del concurso con excelentes calificaciones, pero en la final le sugirieron que haría «cualquier cosa» para asegurar el puesto. La faltaban algunos cursos…
Pepe sintió un nudo en el estómago. La corrupción que había insinuado en las fotos tomaba forma.
De vuelta en su oficina, Pepe organizó sus notas. Las pistas apuntaban a un esquema de favorecimiento, quizás algo más oscuro. Necesitaba pruebas, declaraciones, y sobre todo, la verdad.
Encendió su vieja computadora, un modelo que había sido moderno hace dos décadas, y empezó a escribir su informe. «Caso del Concurso de los Deseos Ocultos», tituló.
El primer capítulo de la investigación de Pepe Kanalla en «Reality Show Politics – Jerez de la Frontera» acababa de comenzar, y ya insinuaba que en Jerez, bajo la superficie de la tradición y la belleza, se ocultaban secretos que solo un detective como Pepe podría desentrañar.
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