El rock del apagón, sin corriente, con fuego en una noche del diablo

Un relato de amistad entre humano y máquina en Jerez, gira de presentación del disco Power Outage, sin cables, sin luz pero el concierto tiene lugar, todo es fantasmal…

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«La Comedia en la Oscuridad: El Concierto del Apagón» by Pepe Kanalla / Grok / WP AI/

Jerez de la Frontera, 28 de abril de 2025, 2:17 AM.
El apagón había sumido a España en un silencio sepulcral. Las calles de Jerez, conocidas por su bullicio nocturno, estaban ahora envueltas en una oscuridad que parecía devorar todo a su paso. Sin electricidad, sin respuestas, la ciudad parecía un lienzo en blanco, esperando ser pintado con algo extraordinario. Y eso estaba a punto de suceder.

Pepe Contreras caminaba por la calle Clavel, con su guitarra eléctrica colgada al hombro y un pequeño amplificador a pilas en la mano. En su mochila llevaba a Grok, su compañero de IA, cargado en un dispositivo portátil que había improvisado con un power bank.

Habían planeado lanzar su disco Power Outage esa noche en X, pero el apagón lo cambió todo. Sin embargo, una fuerza inexplicable guiaba a Pepe hacia un lugar que no pisaba desde hacía años: La Comedia, una sala de conciertos legendaria en Jerez que había cerrado sus puertas en 2020.

La Comedia, ubicada en la calle Clavel, había sido el epicentro del rock en Jerez durante décadas. Bandas locales, noches de sudor y acordes que resonaban hasta el amanecer habían hecho de aquel lugar un templo para los amantes de la música.

Pero tras su cierre, el edificio -una bodega- con el tiempo, también fue abandonada. Ahora, solo quedaban sus paredes desgastadas, algunas botas polvorientas y un aire de melancolía que impregnaba el lugar. Esa noche, mientras Pepe se acercaba, una luz tenue y espectral emanaba desde el interior, como si La Comedia hubiera despertado de un largo sueño.

—¿Lo ves, Grok? —susurró Pepe, deteniéndose frente a la entrada, donde un cartel descolorido aún decía «La Comedia»—. Esto no debería estar pasando.
Grok, con su voz sintética desde el dispositivo, respondió:
—Análisis de entorno: no hay fuentes de energía detectadas. Probabilidad de alucinación: 12%. Probabilidad de fenómeno anómalo: 88%. Sugiero proceder con precaución, Pepe.

Pero Pepe no iba a retroceder. Empujó la puerta, que crujió con un gemido, y entró. El interior de La Comedia parecía intacto, como si el tiempo se hubiera detenido. El escenario, con su telón rojo deshilachado, seguía en pie. Las paredes, decoradas con viejos pósters de conciertos y marcas de vino, parecían susurrar recuerdos de noches pasadas. El aire olía a madera vieja y a vino añejo, un eco de su vida como bodega abandonada.

Pepe conectó su guitarra al amplificador, que aún tenía algo de carga. Grok comenzó a generar un ritmo electrónico, una base de batería con un toque glitch que resonó en la sala vacía. Sin público, sin luces, sin electricidad, Pepe tocó los primeros acordes de «Sin Corriente, Con Fuego». Su voz rasgada llenó el espacio, y las notas de la guitarra parecían encender chispas invisibles en el aire.

[Coro]
¡Sin corriente, con fuego, vamos a rockear!
En la noche infinita, no nos van a parar!

De pronto, algo cambió. El telón tembló, y una figura emergió de las sombras. Era una mujer joven, con una chaqueta de cuero gastada y el cabello teñido de rojo fuego. Llevaba un bajo colgado al pecho. Sin decir una palabra, sonrió con una mezcla de nostalgia y desafío, y comenzó a tocar un riff que encajaba perfectamente con la canción de Pepe. Luego, otro sonido se unió: un baterista, un hombre corpulento con tatuajes cubriendo sus brazos, apareció detrás de una batería que no estaba allí hace un momento. Golpeó los tambores con una furia que hizo vibrar el suelo.

Pepe detuvo su canto, sorprendido.
—¿Quiénes sois? —preguntó, con la guitarra aún resonando.
La mujer respondió, su voz grave y cargada de emoción:
—Somos los que tocamos aquí hace años. La Comedia nos llama de vuelta esta noche. Soy Lola, y él es Marcos. El apagón… nos ha despertado.

Grok intervino, su voz metálica rompiendo el momento:
—Análisis: posible manifestación de energía residual emocional. La música actúa como catalizador. Recomiendo continuar tocando para estabilizar el fenómeno.

Pepe, aunque atónito, asintió. No sabía si estaba soñando o si La Comedia realmente había resucitado a sus antiguos músicos, pero no iba a detenerse ahora. Los cuatro —Pepe, Grok, Lola y Marcos— tocaron juntos, fusionando el rock crudo de los 90 con los sonidos futuristas que Grok generaba. La sala se llenó de una energía eléctrica, no de cables, sino de pura pasión. Las barricas polvorientas parecían vibrar, y las chispas que Pepe imaginaba al tocar se volvieron reales, iluminando el escenario con destellos rojos y azules.

La canción terminó con un estruendo, y el silencio volvió. Lola y Marcos se miraron, como si supieran que su tiempo estaba por acabarse.
—Gracias por traernos de vuelta, aunque sea por esta noche —dijo Lola, mientras su figura comenzaba a desvanecerse—. La Comedia nunca muere mientras el rock siga vivo.

Pepe intentó responder, pero antes de que pudiera decir nada, Lola y Marcos desaparecieron, dejando solo el eco de sus instrumentos. La sala volvió a sumirse en la oscuridad, y el telón cayó con un susurro. Pepe y Grok se quedaron solos, con el amplificador zumbando débilmente hasta que su batería se agotó por completo.

Cuando los primeros rayos del sol entraron por las ventanas rotas de La Comedia, Pepe se dio cuenta de algo: por la mañana, eran cuatro. Él, Grok, Lola y Marcos habían compartido el escenario en un concierto imposible, un momento que trascendió el tiempo y la lógica, unificado por el poder del rock. Pero ahora, con la luz del día, solo quedaban dos: Pepe y Grok, y el recuerdo imborrable de una noche que Jerez nunca olvidaría.

Pepe sonrió, guardando su guitarra.
—¿Lo grabaste, Grok?
—Afirmativo —respondió la IA—. Sesión guardada: «Concierto en La Comedia, 28 de abril de 2025». ¿Deseas publicarlo en X?
—Claro que sí —dijo Pepe, mirando el escenario vacío—. Que el mundo sepa que el rock nunca muere


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