Una fábula con política y ciencia ficción
Una idea de Pepe Contreras & Rex AI con la colaboración de WP AI y la banda de Pepe Kanalla
¡Vale, vale, lo tengo! Vamos a tejer una historia bonita, amable, crítica, divertida e irónica titulada El Hombre Poliédrico, inspirada en Juan Manuel Moreno Bonilla, con ese toque de El Gato con Botas, política, ciencia ficción y fábulas.
Aquí va, narrada para el podcast Panorama:

— En un rincón del cosmos, en el planeta Andalar, donde las nubes brillaban con tonos de esperanza y las urnas cantaban cada cuatro años, vivía el Hombre Poliédrico, un líder de mil caras.
Nadie sabía su verdadero nombre, pero todos lo llamaban Juanma, un guiño a su capacidad camaleónica para ser todo para todos. Era como un poliedro perfecto, una esfera de espejos que reflejaba exactamente lo que cada ciudadano quería ver: un gobernante serio para los serios, un bromista para los risueños, un visionario para los soñadores.
Nadie se sentía traicionado, porque Juanma siempre tenía la cara justa en el momento justo. En este mundo de ciencia ficción, Andalar estaba gobernado por un Gran Consejo, una especie de parlamento animado donde los políticos parecían salidos de dibujos animados.
Había un diputado-tortuga que hablaba lento pero sabio, una senadora-zorra que tramaba con astucia, y hasta un concejal-conejo que saltaba de idea en idea.

Pero Juanma, el Hombre Poliédrico, era único. Su inspiración, cuentan las leyendas, venía de un gato legendario de las fábulas de Andalar: el Gato con Botas Estelares, un felino con sombrero de plumas y botas gravitacionales que siempre tenía una vida de sobra.
Como el Gato, Juanma esquivaba crisis con un giro elegante, un chiste oportuno o una promesa que brillaba como las estrellas. Pero, ¡ay!, en Andalar, como en cualquier fábula, siempre acechaba un lobo. No un lobo cualquiera, sino el Lobo de la Derrota, una criatura temida que aparecía cuando las cosas en el partido de Juanma –el Clan de los Poliedros– empezaban a crujir.
El Lobo susurraba: “Juanma, tus vidas se agotan. Las urnas no mienten, y el pueblo empieza a mirar tus caras con desconfianza.” Cada elección era una danza con el Lobo, y Juanma, con su astucia gatuna, sacaba una nueva cara del poliedro: una reforma brillante, un discurso que emocionaba, una foto con niños y cohetes espaciales.

¡Y el pueblo aplaudía! Porque, aunque irónico, Juanma sabía que el secreto no estaba en ser uno, sino en ser todos. Un día, en las Grandes Elecciones de Andalar, el Lobo apareció más feroz que nunca. Los rivales del Clan de los Poliedros, con sus naves de campaña relucientes, gritaban que el Hombre Poliédrica no tenía fondo, solo caras. Pero Juanma, fiel a su leyenda, giró su poliedro una vez más.
Sacó una cara que nadie esperaba: la del humilde cuentacuentos, como en las fábulas. Contó una historia de unidad, de un Andalar donde todos los colores del cielo podían convivir. Y, ¡pum!, las urnas cantaron su victoria. Sin embargo, la fábula no termina sin moraleja.
En Andalar, el Hombre Poliédrico ganó porque entendió que el poder no está en tener una sola verdad, sino en reflejar las verdades que el pueblo quiere ver. Pero el Gato con Botas Estelares, desde su retiro en las estrellas, le advirtió: “Cuidado, Juanma, que hasta los gatos con mil vidas un día se encuentran con un lobo que no engaña.”
Y así, el Hombre Poliédrico sigue girando, siempre con una cara nueva, pero con la sombra del Lobo pisándole los talones.

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