Inocente: acaban diez años de pleitos para Manuel Sánchez, ex consejero del grupo Abengoa

Por Pepe Contreras con la colaboración de Grok 10 de agosto de 2025 https://panoramaonline.org/sobre-mi/

Manuel Sánchez Ortega es un empresario y ejecutivo español con una amplia trayectoria en el sector financiero, energético y de desarrollo sostenible. Nacido el 3 de junio de 1963, es ingeniero eléctrico por la Universidad Pontificia Comillas (ICAI, 1983-1988) y cuenta con un MBA del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE, 1998-1999).

Actualmente, desde 2018, ocupa el cargo de Chairman (presidente) de BOLT Investments LLC, una firma de inversiones con sede en Potomac, Maryland, EE.UU., dedicada a inversiones en sectores financieros y de desarrollo sostenible, registrada como LLC en Maryland con él como agente registrado en la dirección 10415 Grey Fox Road.

Antes de fundar o liderar BOLT Investments, Sánchez Ortega tuvo una destacada carrera en Abengoa, una multinacional española especializada en energía renovable y soluciones sostenibles, donde trabajó durante más de 25 años. Fue nombrado CEO en octubre de 2010 y ocupó el cargo hasta mayo de 2015, periodo en el que también sirvió como vicepresidente primero del consejo y lideró proyectos clave en bioenergía y energía solar. Durante su mandato, Abengoa inauguró plantas innovadoras como la de etanol celulósico en Hugoton, Kansas, en 2014, destacando su enfoque en tecnologías sostenibles.

Otros roles notables incluyen miembro del Franchisee Advisory Council de BurgerFi desde 2019, miembro del Comité Asesor de Negocios de la Fundación Comillas para la Educación Internacional desde 2012, y experiencia previa en BlackRock, una de las mayores gestoras de inversiones del mundo.

También ha sido miembro de consejos en empresas como Abengoa Bioenergía SA, Abengoa Solar SA y Viryanet Ltd. BOLT Investments LLC parece ser una entidad privada y discreta, sin sitio web público evidente, enfocada en inversiones estratégicas alineadas con la experiencia de Sánchez Ortega en finanzas y sostenibilidad.

INOCENTE

En un emotivo mensaje publicado en su perfil de LinkedIn, Manuel Sánchez Ortega, antiguo consejero delegado de Abengoa, ha proclamado el fin de un largo y doloroso periplo legal que ha durado casi diez años.

«Se acabó. Sí, después de casi 10 años defendiendo mi honor en 5 procedimientos legales, terminó de la única manera posible: INOCENTE», escribió Sánchez Ortega, quien actualmente preside BOLT Investments, una firma dedicada a inversiones en sectores financieros y de desarrollo sostenible.

Esta declaración llega apenas días después de que la Audiencia Nacional archivara definitivamente la causa por presunta falsedad contable en las cuentas de Abengoa previas a su colapso en 2015, absolviendo tanto a Sánchez Ortega como al expresidente Felipe Benjumea.

El post, que ha generado miles de interacciones en la red profesional, no solo marca el cierre de un capítulo judicial, sino que también refleja el profundo impacto personal que el proceso ha tenido en el ejecutivo. Sánchez Ortega detalla el sufrimiento vivido: miles de horas de insomnio, el dolor infligido a su familia —incluyendo la pérdida de seres queridos que no vivieron para ver esta resolución— y el escrutinio mediático constante.

«Hoy, finalmente no se ha hecho justicia, porque el dolor causado es irreparable, pero la injusticia de tener mi honor bajo sospecha ha terminado», enfatiza en su texto.

El colapso de Abengoa: un gigante renovable que se desmoronó

Abengoa, fundada en 1941 en Sevilla, se erigió como un referente global en energías renovables, ingeniería y construcción. Bajo la dirección de figuras como Felipe Benjumea y Manuel Sánchez Ortega —quien asumió como CEO en 2010—, la compañía expandió su huella internacional con proyectos innovadores en solar térmica, bioenergía y desalación.

Sin embargo, en noviembre de 2015, Abengoa solicitó preconcurso de acreedores, revelando una deuda astronómica superior a los 25.000 millones de euros. Este evento desencadenó una de las mayores crisis corporativas en la historia reciente de España, comparable en impacto local al colapso de Lehman Brothers en 2008.

La quiebra no solo provocó la pérdida de miles de empleos y afectó a inversores minoristas e institucionales, sino que también abrió la puerta a múltiples investigaciones judiciales. Las autoridades sospecharon irregularidades en la gestión financiera, incluyendo la posible inflación de cuentas para atraer capital, ocultación de información a los mercados y operaciones dudosas.

En particular, Sánchez Ortega y otros ejecutivos fueron acusados de administración desleal, falsificación de cuentas, fraude, enriquecimiento ilícito y el suministro de información privilegiada a fondos como BlackRock.

Un maratón judicial en múltiples frentes

El vía crucis legal de Sánchez Ortega comenzó poco después de su dimisión en mayo de 2015. Según relata en su publicación, enfrentó cinco procedimientos: tres penales en la Audiencia Nacional de España, uno en la Audiencia Provincial de Sevilla y un juicio civil en Nueva York, impulsado por inversores estadounidenses. La parte acusadora, que él describe como «indiscriminada», incluyó a la Fiscalía Anticorrupción, asociaciones de afectados y fondos de inversión.

Las investigaciones fueron exhaustivas: más de 150 testigos interrogados, 30.000 correos electrónicos incautados por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, veinte informes periciales, 40 personas investigadas y 400.000 páginas de actas procesales. A lo largo de los años, se han desestimado progresivamente las acusaciones. Ya en 2018, la Audiencia Nacional absolvió a la excúpula de Abengoa por las indemnizaciones millonarias recibidas antes del preconcurso, descartando administración desleal.

La resolución más reciente, emitida el 31 de julio de 2025 por el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional, archivó la causa por falsedad contable al concluir que no existían pruebas de que las cuentas de 2015 fueran manipuladas. Esta decisión, alineada con la recomendación de la Fiscalía, exonera definitivamente a Sánchez Ortega y Benjumea, cerrando el último frente penal en España.

Fuentes judiciales indican que no se hallaron evidencias de fraude o ocultación sistemática, a pesar de las querellas interpuestas por asociaciones de perjudicados.

Reflexiones personales y una metáfora cinematográfica

En su mensaje, Sánchez Ortega invierte los roles: «Hoy, con la autoridad moral y judicial que me otorgó haber sido absuelto de todas las acusaciones que cuestionaban mi honor, soy yo quien cuestiona el honor de quienes me acusaron».

Sin embargo, opta por dejar el pasado atrás, destacando cómo el dolor le obligó a reinventarse y valorar lo esencial en la vida, como el apoyo genuino de amigos frente al «silencio de los corderos».Para quienes siguen preguntando por el «qué pasó con Abengoa», el exejecutivo enfatiza que lo relevante es «saber, con legitimidad jurídica, lo que no pasó»: ninguna de las acusaciones prosperó. A los curiosos, recomienda la película El Rey León, comparando a los antagonistas —Scar y sus hienas Shenzi, Banzai y Ed— con figuras del caso. «Estas hienas son de la sabana africana, pero algunas podrían ser de Santander», añade, en una alusión velada que podría referirse a Banco Santander, entidad involucrada en la financiación de Abengoa y en algunas de las dinámicas que precedieron al colapso.

Implicaciones y agradecimientos

Esta absolución no solo restaura el honor de Sánchez Ortega, sino que plantea preguntas sobre la duración y el costo de los procesos judiciales en casos corporativos complejos. Asociaciones de afectados, como la Plataforma de Perjudicados por Abengoa, han expresado frustración, agotando vías para probar responsabilidades.

Por su parte, el ejecutivo concluye agradeciendo a quienes le apoyaron —»Manolo, ¿cómo estás?»— y a los miles de empleados de Abengoa por su labor «extraordinaria» antes, durante y después de su etapa en la compañía.

Con este cierre, Sánchez Ortega mira hacia adelante, alejado del sector que le dio fama. Su caso subraya las tensiones entre la accountability corporativa y el impacto humano de las investigaciones prolongadas, en un contexto donde Abengoa, reestructurada, continúa operando bajo nuevos dueños.

21 páginas web

Se acabó.

Sí, después de casi 10 años defendiendo mi honor en 5 procedimientos legales, terminó de la única manera posible: INOCENTE.

Hoy, finalmente no se ha hecho justicia, porque el dolor causado es irreprochable, pero la injusticia de tener mi honor bajo sospecha ha terminado.

Para conseguirlo, tuve que enfrentarme a 3 procesos penales en la Audiencia Nacional, 1 en la Audiencia Provincial de Sevilla, y 1 en el Juzgado de lo Civil de Nueva York.

En todos los casos, la parte acusadora fue la misma, que indiscriminadamente decidió acusarme a mí y a otros ejecutivos de Abengoa de cualquier cosa que se les ocurriera. Bueno, hoy sabemos que hubo:

  • Sin administración desleal
  • No se proporcionó información privilegiada a Blackrock
  • Sin falsificación de cuentas
  • Sin fraude
  • Sin enriquecimiento ilícito
  • No ocultar información a los mercados

Y lo sabemos después de que más de 150 testigos hayan sido interrogados, después de que más de 30.000 correos electrónicos fueran incautados por la UCO, después de más de veinte informes periciales, después de más de 40 personas investigadas, después de más de 400.000 páginas de actas procesales, después de decenas de sesiones de trabajo con abogados, después de decenas de artículos de prensa despiadados, después de miles de horas de insomnio, y después del sufrimiento causado a los miembros de la familia, algunos de los cuales (Q.E.P.D.) dejaron este mundo sin haber vivido hasta el día de hoy.

Hoy, con la autoridad moral y judicial que me otorgó haber sido absuelto de todas las acusaciones que cuestionaban mi honor, soy yo quien cuestiona el honor de quienes me acusaron.

Pero lo dejaré ahí, en el pasado. A partir de ahora, mi vida actual está muy alejada de todo eso. El dolor que me causaron me obligó a reinventarme, a descubrir lo que es verdaderamente importante en la vida, a apreciar la diferencia entre «Manolo, ¿cómo estás?» y el silencio de los corderos.

Algunos amigos me preguntan qué pasó con Abengoa. Hoy, a ellos y a todos ustedes que puedan tener esa pregunta, les digo que para mí, lo importante ya no es lo que pasó, sino saber, con legitimidad jurídica, lo que no pasó. Y ninguna de las cosas de las que se nos ha acusado en los últimos 10 años sucedió.

A los que siguen siendo curiosos, simplemente recomendaría una película muy bonita, El Rey León. Una historia lejos de ser original, ha sucedido muchas veces en la historia, pero siempre me han atraído los personajes de Scar por un lado, y sus secuaces hiena Shenzi, Banzai y Ed por el otro. Estas hienas son de la sabana africana, pero algunas podrían ser de Santander. Si la película no te ayuda a entender nada, al menos lo pasarás bien.

Hoy, con mi honor restaurado judicialmente, concluyo dando las gracias a aquellos de vosotros que habéis dicho: «Manolo, ¿cómo estás?» y a los miles de empleados de Abengoa por el extraordinario trabajo que siempre han realizado, antes, durante y después de mi paso por la compañía.

Un abrazo


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