Trump y su edad de oro


Trump ante el Congreso: 100 minutos cargados de promesas y polémica

Por Pepe Contreras con AI verificadas

Esta madrugada, mientras España dormía, Donald Trump, presidente de Estados Unidos en su segundo mandato, pronunció un discurso ante el Congreso que no dejó indiferente a nadie. Ha sido un discurso de victoria, de revindicación propia y colectiva.ü

Pasadas las 21:00 horas en Washington (3:00 en la península ibérica), el magnate regresó al Capitolio con una intervención de casi 100 minutos, la más larga de un presidente en cuatro décadas. No era técnicamente un «Discurso del Estado de la Unión» —término reservado para años posteriores al primero de un mandato—, pero la solemnidad, la parafernalia y el tono marcaron un punto de inflexión en sus primeras semanas al frente de la Casa Blanca. ¿Qué dijo Trump? ¿Qué significa para Estados Unidos y el mundo? Su mensaje, entre ambicioso y desafiante, merece un análisis crítico y valiente.

Trump llegó con el viento a favor: los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, y sus primeras medidas —desde decretos antiinmigración hasta recortes masivos liderados por Elon Musk— han marcado un ritmo vertiginoso.

En su discurso, defendió con firmeza esta «revolución del sentido común», como él la llama. «La edad de oro de Estados Unidos está aquí», afirmó, repitiendo una promesa de su toma de posesión el 20 de enero. Pero tras la retórica optimista, las palabras del presidente destaparon una agenda divisiva y un estilo que oscila entre la provocación y el espectáculo.

https://twitter.com/elonmusk/status/1897167739648975243?s=46

Uno de los ejes centrales fue la inmigración. Trump reiteró su cruzada contra las entradas ilegales, jactándose de haber detenido «inmediatamente» el flujo en la frontera sur y de haber comenzado la deportación de «millones de criminales extranjeros».

Sin embargo, estas afirmaciones chocan con la realidad: las deportaciones masivas aún no han alcanzado tales cifras, y su plan depende de una maquinaria legal y logística que enfrenta resistencia judicial. Su guiño a un «Domo de Hierro» como el de Israel —un escudo antimisiles— y la construcción de un nuevo astillero militar refuerzan su visión de un país fortaleza, pero plantean dudas sobre su viabilidad económica en un contexto de inflación persistente.

Elon Musk, omnipresente en esta administración, también tuvo su momento estelar. Trump alabó los recortes del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que ya han eliminado agencias como la USAID y despedido a miles de funcionarios. «Adiós a los burócratas no electos», exclamó, mientras la senadora demócrata Elissa Slotkin, en su réplica, advertía que estos recortes amenazan la Seguridad Social de millones de estadounidenses. ¿Eficiencia o desmantelamiento? La respuesta divide al país.

En política exterior, Trump sorprendió con un tono conciliador hacia Ucrania. «Hemos recibido señales de que Zelenski está preparado para la paz, ¿no sería hermoso?», dijo, apenas semanas después de cortar la ayuda militar a Kiev y tras tensiones públicas con el líder ucraniano.

Este giro, junto a su acercamiento a Vladímir Putin, contrasta con sus amenazas expansionistas: reafirmó su intención de «conseguir» Groenlandia —»de un modo u otro»— y mantuvo su pulso por el Canal de Panamá, desatando rechazo en ambos territorios. Mientras, los aranceles recíprocos, efectivos desde abril, auguran una guerra comercial que ya ha provocado represalias de China y Canadá.

Trump no escatimó en frases efectistas. Su estilo, pensado para redes sociales, mezcla lo grandilocuente con lo impreciso. Habló de «reclamar el poder de los burócratas» y «renovar el Sueño Americano», pero evitó detalles concretos sobre cómo financiará sus recortes fiscales de 4 billones de dólares o cómo lidiará con una economía tambaleante. Las puyas a Joe Biden fueron constantes, acusándolo de haber perdido el control del país, aunque muchas de sus críticas —como la inflación— ignoran factores globales que él mismo deberá enfrentar.

El discurso fue un reflejo del Trump de siempre: un líder que apela a sus bases con promesas de grandeza, pero que polariza con medidas radicales y una retórica que desafía las normas. Para sus seguidores, es un regreso triunfal; para sus detractores, un preludio de caos. Lo cierto es que, a 43 días de su mandato, Trump ha puesto en marcha un experimento político que el mundo observa con cautela. ¿Cumplirá sus promesas o tropezará con sus excesos? El tiempo, y no su verbo, tendrá la última palabra.


Enlace a la intervención directa



Descubre más desde Panorama

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario