Los casos de Pepe Kanalla: “La lucecita de San Telmo” (cap 3 de 5). Un giro inesperado

Pepe Contreras + AI

(…en un universo paralelo)

A raíz del descubrimiento de Pepe en el escondite secreto del Palacio de San Telmo, no pasó mucho tiempo antes de que la luz azul destellara más allá de las paredes centenarias, llegando a los ojos vigilantes de la ley.

La Policía Nacional, con el departamento científico a la cabeza, se hizo presente en la escena con la urgencia que la gravedad del caso demandaba.

El Palacio se llenó de una tensión palpable, la atmósfera cargada por la presencia de uniformados que custodiaban el perímetro, mientras los especialistas en trajes blancos traspasaban la puerta secreta que Pepe había descubierto.

La muerte del consejero de presidencia, un pilar en la estructura del poder andaluz, no era un asunto que pudiera tomarse a la ligera.

Pepe, por su parte, se mantuvo al margen, observando desde la penumbra. Recordaba el primer encuentro con el consejero, apenas unas noches atrás.

No había sido una visita cortesía. Pepe había sido convocado para discutir ciertos rumores, insinuaciones de sombras que se movían en la esfera del poder andaluz.

El consejero había querido saber qué había descubierto el detective, y aunque la conversación se mantuvo en términos generales, el subtexto estuvo cargado de peligro.

El consejero de Presidencia. Nova Al

Ahora, con el consejero yaciendo muerto, aquellos temores se materializaban.

El departamento científico tenía ante sí la titánica tarea de discernir si la muerte había sido un trágico accidente o el desenlace calculado de un juego de poder demasiado peligroso.

La escena era meticulosa y profesionalmente analizada, buscando en cada rincón, en cada sombra, respuestas a las preguntas que quemaban en el aire.

El consejero había acumulado, a lo largo de su carrera, un número selecto pero influyente de enemigos. Cada uno de ellos podría ser ahora un sospechoso en su muerte.

Aquellos a los que había desplazado, los «cadáveres políticos» que había dejado en el camino, emergían en las especulaciones como posibles autores de un acto definitivo de venganza.

Mientras las autoridades continuaban su investigación, Pepe comprendió que tenía en sus manos una parte crucial de la verdad. Conocía el rostro de aquellos que merodeaban en las sombras del poder, entendía sus temores y ambiciones.

La muerte del consejero abría un abismo de posibilidades y peligros, un juego del que ahora era parte involuntario pero esencial.

El consejero era muy aficionado al 🎸 rock

En los días siguientes, el delicado tejido de la política andaluza se vería sacudido por las repercusiones de ese fatídico encuentro en el Palacio de San Telmo.

Pepe, ahora más que nunca, se encontraba en el ojo del huracán, con la información que podría inclinar la balanza de un lado o de otro. Pero no sería fácil, ni seguro, desentrañar la red de intrigas que el consejero de presidencia había tejido en su ascenso… y en su caída.

Mientras Pepe repasaba los documentos en la tenue luz de su oficina, la magnitud de lo que había descubierto le golpeaba como un mazazo. No eran solo las ambiciones políticas del consejero lo que estas páginas revelaban, sino un coraje inesperado.

El consejero había estado a punto de exponer una red mafiosa entrelazada con los sistemas de compra de la Junta de Andalucía, una trama de corrupción tan enraizada y extendida que amenazaría los cimientos mismos de la institución.

Un detalle de la decoración del palacio…

Entre los documentos, Pepe encontró un informe detallado, preparado meticulosamente para ser presentado al presidente de la Junta, un acto que el consejero sabía que significaría tanto su salvación como su condena.

Era evidente que el consejero había comprendido los riesgos, pero su sentido del deber para con los ciudadanos de Andalucía y la legalidad se había impuesto sobre el temor a las represalias.

En un giro inesperado, la trama lleva al presidente de la Junta de Andalucía, quien, en la soledad de su despacho y con los rayos del amanecer filtrándose a través de las ventanas, reflexiona sobre la tragedia y las decisiones tomadas.

Ideas…

En el silencio de su oficina el presidente de la Junta se perdía en sus pensamientos, los documentos del consejero esparcidos ante él. «Si tan solo hubiera escuchado… Si tan solo hubiera prestado atención a sus preocupaciones en lugar de sospechar de su lealtad,» murmuraba para sí mismo, la culpa ahogándolo como una marea.

La tragedia lo había golpeado con la fuerza de un huracán: el consejero no había sido el traidor que creía, sino un hombre valeroso dispuesto a enfrentar las sombras que acechaban en los corredores del poder.

La fatídica decisión de ignorar al consejero, de dudar de sus intenciones, le dolia con un peso insufrible. Había perdido a un aliado, a un hombre que, a pesar de su ambición, había buscado lo correcto. Y ahora, el presidente se enfrentaba a una crisis de proporciones incalculables, una que amenazaba con desestabilizar la Junta y desencadenar una convocatoria electoral anticipada.

«¿Cómo no vi la verdad que estaba delante de mis ojos? ¿Cómo permití que las voces envenenadas me convencieran de que él era el enemigo?» reflexionaba el presidente, la amargura tiñendo cada palabra. Este documento, este informe que el consejero había preparado, no era solo la llave para exponer la corrupción que se había enraizado en el sistema sino también el testamento de un hombre que había sacrificado todo por su tierra.

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