La lucecita de San Telmo, micronovela negra con Pepe Kanalla, el detective jerezano vuelve a la acción

Pepe Contreras con Gemini / Nova / Lucía1959

En la oficina presidencial del Palacio de San Telmo, el presidente Juan Manuel Moreno Bonilla se encontraba de pie junto a su jefe de seguridad, el experimentado profesional encargado de salvaguardar la integridad de la sede de la presidencia de la Junta de Andalucía. La expresión seria del presidente contrastaba con la mirada preocupada del jefe de seguridad, quien sabía que se avecinaba una conversación complicada.

Moreno Bonilla fijó su mirada en el jefe de seguridad con determinación. «Necesito respuestas. La situación con esa luz en el despacho no puede ser pasada por alto. Es imperativo que descubramos quién o qué está detrás de ella y actuemos en consecuencia», exigió el presidente, su tono firme reflejando la gravedad del asunto. A la escena se une Bastián, el fiel director de Comunicación. Todo ocurre en un universo paralelo…

El jefe de seguridad asintió, sintiendo el peso del dilema en sus hombros. Sabía que la verdad detrás de la misteriosa luz era mucho más compleja de lo que parecía. Había escuchado los testimonios, había visto las sombras vagando por los pasillos y ahora se encontraba en la encrucijada de revelar lo que sabía o mantener un peligroso secreto.

«Señor presidente, entienda que esta situación es delicada. Hay aspectos de este asunto que podrían desencadenar consecuencias imprevisibles», respondió el jefe de seguridad con cautela. Estaba atrapado entre su lealtad hacia el presidente y la necesidad de proteger información sensible que podía poner en peligro no solo la seguridad del palacio, sino la estabilidad de la Junta de Andalucía.

Moreno Bonilla frunció el ceño, notando la reticencia en las palabras de su jefe de seguridad. «No tengo tiempo para medias verdades ni para ocultamientos. Necesito una investigación exhaustiva y respuestas claras», dictaminó el presidente, sin ceder en su determinación de llegar al fondo de la cuestión.

El jefe de seguridad asintió, consciente de la difícil tarea que tenía por delante. Mientras se retiraba de la oficina presidencial, se preguntaba cuál sería el precio de la verdad en un mundo lleno de secretos y conspiraciones. El dilema ético y la presión de descubrir la verdad sin desencadenar un caos mayor le acompañaban en cada paso, en una danza peligrosa entre la lealtad y la integridad.

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